domingo, 7 de octubre de 2007

¿Hasta que punto nuestra mente ser rige por los conceptos de la física cuántica?

Desde que Fritjof Capra publicó en 1975 su brillante libro El Tao de la física, en el cual hace un paralelismo entre la física quántica y las distintas filosofias orientales (Budismo, Hinduismo), es muy fácil caer en la tentación de hacer un paralelismo directo entre los fenómenos de nuestra conciencia y el “comportamiento” de las partículas elementales.

Después de todo el recurso del isomorfismo, es ampliamente utilizado en las ciencias, sobre todo las matemáticas. Es decir, si definimos una estructura, llamémosle estructura A, y otra estructura, llamémosle B, si probamos que A es isomorfa (tiene la misma forma) con B, todo lo que sea válido para A será válido para B.

El problema que nos ocupa, tratar de entender la sincronicidad, pasaría entonces por definirnos a nosotros mismos como una estructura (llamémosle también organismo o sistema), definir a las partículas elementales subatómicas como la otra estructura y probar que de alguna manera son equivalentes, entonces, todo aquello que se sabe del comportamiento de una de estas estructuras sería válido para la otra.

El problema es que no conocemos como funcionamos nosotros (me refiero a nosotros como los seres humanos o si se quiere, nuestro cerebro, como órgano físico donde se asienta nuestra consciencia), no conocemos como funciona el mundo físico (las teorías describen y predicen la probabilidad de que los fenómenos ocurran, pero no explican cómo o porqué ocurren) y por sobre todo, las teorías de las partículas elementales tienen sentido cuando hablamos de magnitudes del orden atómico, por lo tanto, no es correcto, sin más, inferir que son válidas para nuestra experiencia diaria que se desarrolla en el mundo macroscópico.

Para ponerlo en una metáfora, es como si tuviéramos sólo algunas partes de 2 fotos y encima borrosas y tratáramos de decir que ambas fotos son imágenes de lo mismo.

Aparentemente, parece imposible demostrar esta equivalencia y seguramente los sea, pero así es la búsqueda del conocimiento.

Es más, ¿qué puede hacer un lego como yo que no es ni un monje budista entrenado en la meditación, lo más cercano a tener un conocimiento de “primera mano” en experimentar el universo desde nuestra conciencia, ni un físico con conocimientos sobre mecánica cuántica para avanzar en esta búsqueda?

Pues lo que hago, leer, compartir lo que leo, debatir, tratar de experimentar y aprender en la medida en que pueda.

Por ejemplo, creo que la capacidad que tenemos de “sintonizarnos” con el universo, y entonces nuestra capacidad de “generar” sincronicidades (dejo para otra nota la discusión de si las sicnronicidades las percibimos o las generamos) es una capacidad emergente nuestra, como sistema que somos.

Pero ese tema lo dejo para la siguiente nota.

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